Fernando Reyes Matta

Donald Trump, Xi Jinping: un teléfono cambió las cosas

Ex embajador en Nueva Zelanda y China, profesor de la UNAB

Por: Fernando Reyes Matta | Publicado: Miércoles 15 de febrero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Fernando Reyes Matta

Fernando Reyes Matta

Bastó una larga conversación telefónica entre Donald Trump y Xi Jinping para que entráramos en una nueva atmósfera internacional. Por cierto, el nuevo mandatario no ha dejado de ser el personaje de las declaraciones irrespetuosas y los gestos insólitos, como colgar el teléfono al primer ministro de Australia. Pero ahora, con mayor conciencia de las ineludibles realidades globales, pasó de sus duras descalificaciones a China y la conversación con la gobernante de Taiwan a declarar que su gobierno seguirá respetando el principio de “una sola China”.

Las derivaciones de ese diálogo serán múltiples. Por una parte, abrir la puerta a un cauce más normal dentro del cual tratar las diferencias existentes entre Estados Unidos y China. Por otra, irradiar una mejor atmósfera para los encuentros multilaterales que se aproximan, como es el G20 a tener lugar en Alemania en cinco meses más. Todos sabemos que el nuevo mandatario norteamericano es impredecible, con una lógica de acción que más que pragmática es errática. Y, en ese marco, también dio este paso inesperado, pero esta vez en clave positiva.

En todo esto hay muchos símbolos políticos y circunstancias en juego. Luego de las conversaciones a comienzos de febrero entre los consejeros de seguridad nacional, Michael Flynn (renunciado el lunes) y Yang Jiechi (una especie de Kissinger en las relaciones internacionales de China), se llegó a un acuerdo para la distensión. Habría una carta del presidente Trump a Xi, con un motivo un poco insólito en el diálogo de ambos países: una misiva para felicitarlo por la llegada del Año Nuevo chino y también allí agradecer la nota de congratulación formal que Xi le había enviado al asumir la presidencia. La carta se entregó en Beijing el miércoles 8. El jueves 9 en la noche, la mañana del viernes en Beijing, ambos líderes mantuvieron su conversación telefónica en la cual Trump aseguró que respetará la política de “una sola China”, una condición intransable de Beijing para garantizar la estabilidad de las relaciones bilaterales.

No es menor que Trump tomara el teléfono para hablar con Xi Jinping pocas horas antes de recibir a Shinzo Abe, primer ministro de Japón. Y al lado de éste, dijera al informar de su diálogo con el líder chino: “Esta ha sido una conversación muy, muy cordial”. En Beijing cambió el tono de las semanas previas. Según la agencia Xinhua, Xi le aseguró a Trump que “China estrechará la coordinación y la comunicación con Estados Unidos en asuntos regionales e internacionales para salvaguardar conjuntamente la paz mundial y la estabilidad”, y le trasladó su voluntad de impulsar una cooperación “beneficiosa para ambas partes”.

¿Cómo debemos ver todo esto desde América Latina? Primero, desde la certeza que a futuro los vínculos del continente tendrán que moverse en interacción con esas dos economías, las más grandes del mundo. Segundo, las posiciones deben ser claras y sin ambigüedades: no al proteccionismo, a los muros, al debilitamiento de la cooperación internacional. Tercero, demostrar que la voluntad de trabajar mancomunados predomina ahora en la región. Es el valor de la decisión de la presidenta Bachelet y el presidente Macri, uno en nombre de la Alianza del Pacífico, el otro representando al Mercosur, de convocar a una reunión de cancilleres de ambas entidades para articular posiciones frente a los cambios internacionales en marcha.

En once meses más tendrá lugar en Chile la segunda cita del Foro China-CELAC a nivel de ministros de relaciones exteriores. Para dar un contenido serio a ese encuentro, será fundamental no sólo mirar cómo se dan los vínculos de China con nuestros países, sino también como se va reformulando el papel de esa potencia asiática en el reordenamiento internacional y, especialmente, en sus relaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y el sureste asiático. El diálogo de China con América Latina requiere saber debatir conjuntamente los escenarios globales e identificar en ese marco nuestras coincidencias y formas de cooperación.

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